lunes, 30 de noviembre de 2009

domingo, 29 de noviembre de 2009

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Rincón para la prosa

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CUENTO

http://www.educared.org.ar/enfoco/imaginaria/biblioteca/pdf/VegaBesosCaseros.pdf
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Rincón para la poesía

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MI VAQUERILLO

He dormido esta noche en el monte
con el niño que cuida mis vacas.
En el valle tendió para ambos
el rapaz su raquítica manta
¡y se quiso quitar -¡pobrecillo!-
su blusilla y hacerme una almohada!

Una noche solemne de junio,
una noche de junio muy clara...
Los valles dormían,
los búhos cantaban,
sonaba un cencerro;
rumiaban las vacas...
y una luna de luz amorosa,
presidiendo la atmósfera diáfana,
inundaba los cielos tranquilos
de dulzuras sedantes y cálidas.
¡Qué noches, qué noches!
¡Qué horas, qué auras!
¡Para hacerse de acero los cuerpos!
¡Para hacerse de oro las almas!
Pero el niño, ¡qué solo vivía!
¡Me daba una lástima
recordar que en los campos desiertos
tan solo pasaba
las noches de junio
rutilantes, medrosas, calladas,
y las húmedas noches de octubre,
cuando el aire menea las ramas,
y las noches del turbio febrero,
tan negras, tan bravas,
con lobos y cárabos,
con vientos y aguas!...
Recordar que dormido pudieran
pisarlo las vacas,
morderle en los labios
horrendas tarántulas,
matarlo los lobos,
comerlo las águilas!...
¡Vaquerito mío!
¡Cuán amargo era el pan que te daba!

Yo tenía un hijito pequeño
-¡hijo de mi alma,
que jamás te dejé si tu madre
sobre ti no tendía sus alas!
y si un hombre duro
le vendiera las cosas tan caras...
Pero ¿qué van a hablar mis amores,
si el niñito que cuida mis vacas
también tiene padres
con tiernas entrañas?

He pasado con él esta noche,
y en las horas de más honda calma
me habló la conciencia
muy duras palabras...
y le dije que sí, que era horrible....
que llorándolo el alma ya estaba.
El niño dormía
cara al cielo con plácida calma;
la luz de la luna
puro beso de madre le daba,
y el beso del padre
se lo puso mi boca en su cara.

Y le dije con voz de cariño
cuando vi clarear la mañana:
-¡Despierta, mi mozo,
que ya viene el alba
y hay que hacer una lumbre muy grande
y un almuerzo muy rico!... ¡Levanta!
Tú te quedas luego
guardando las vacas,
y a la noche te vas y las dejas...
¡San Antonio bendito las guarda!...

Y a tu madre a la noche le dices
que vaya a mi casa,
porque ya eres grande
y te quiero aumentar la soldada.


José María Gabriel y Galán
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martes, 24 de noviembre de 2009

A los niños que fuimos y seguimos siendo

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EL NIÑO YUNTERO

Carne de yugo, ha nacido
más humillado que bello,
con el cuello perseguido
por el yugo para el cuello.

Nace, como la herramienta,
a los golpes destinado,
de una tierra descontenta
y un insatisfecho arado.

Entre estiércol puro y vivo
de vacas, trae a la vida
un alma color de olivo
vieja ya y encallecida.

Empieza a vivir, y empieza
a morir de punta a punta
levantando la corteza
de su madre con la yunta.

Empieza a sentir, y siente
la vida como una guerra
y a dar fatigosamente
en los huesos de la tierra.

Contar sus años no sabe,
y ya sabe que el sudor
es una corona grave
de sal para el labrador.

Trabaja, y mientras trabaja
masculinamente serio,
se unge de lluvia y se alhaja
de carne de cementerio.

A fuerza de golpes, fuerte,
y a fuerza de sol, bruñido,
con una ambición de muerte
despedaza un pan reñido.

Cada nuevo día es
más raíz, menos criatura,
que escucha bajo sus pies
la voz de la sepultura.

Y como raíz se hunde
en la tierra lentamente
para que la tierra inunde
de paz y panes su frente.

Me duele este niño hambriento
como una grandiosa espina,
y su vivir ceniciento
resuelve mi alma de encina.

Lo veo arar los rastrojos,
y devorar un mendrugo,
y declarar con los ojos
que por qué es carne de yugo.

Me da su arado en el pecho,
y su vida en la garganta,
y sufro viendo el barbecho
tan grande bajo su planta.

¿Quién salvará a este chiquillo
menor que un grano de avena?
¿De dónde saldrá el martillo
verdugo de esta cadena?

Que salga del corazón
de los hombres jornaleros,
que antes de ser hombres son
y han sido niños yunteros.

Miguel Hernández

viernes, 13 de noviembre de 2009

jueves, 12 de noviembre de 2009

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Todo lo que necesito

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Todo lo que necesito saber lo aprendí en la Escuela Infantil


Todo lo que realmente necesito saber sobre cómo vivir y cómo ser,
lo aprendí en la Escuela Infantil.
La sabiduría no estaba en la cima de la montaña
de los títulos académicos, sino en el montón de arena del patio.
Estas son las cosas que yo aprendí:

Compartirlo todo.
Jugar sin hacer trampas.
No pegar a la gente.
Poner las cosas en su sitio.
Arreglar mis propios líos.
No coger las cosas de otros.
Decir “lo siento” cuando hiero a alguien.
Lavarme las manos antes de comer.
Tirar de la cadena.
Las galletas y la leche son buenas.
Vivir una vida equilibrada:
aprender algo, pensar algo, dibujar, pintar, bailar, jugar y
trabajar algo todos los días.
Echarme la siesta cada tarde.
Cuando salgo al mundo:
tener cuidado del tráfico, agarrarnos de la mano y permanecer juntos.
Estar atento a las maravillas.

Recordar la pequeña semilla en el vaso: las raíces van para abajo y las plantas crecen hacia arriba y realmente nadie sabe cómo ni por qué, pero nosotros somos igual que eso.

Los peces de colores, los hámster, la tortuga e incluso las semillas del vaso se mueren, así que también lo haremos nosotros.

Y recuerda los cuentos y la primera palabra que aprendiste, la palabra más importante del mundo: MIRA.

Todo lo que necesitas saber está ahí, en alguna parte.

La regla de oro: el amor, la higiene básica, la ecología, la igualdad, y la vida sana... todo está allí, en el jardín.

Coge cualquiera de estas normas y ponla en los sofisticados términos de los adultos y aplícala a la vida en tu familia o en tu trabajo, al gobierno o al mundo y seguirán siendo verdaderas, claras y firmes.

Piensa que la sociedad puede ser mejor si todos nosotros, el mundo entero, tiene leche y galletas a las diez y si todas las tardes se echan la siesta con nosotros en las colchonetas. Y si todos los gobiernos tienen siempre como política básica colocar las cosas en su sitio y arreglar sus propios líos.

Y comprobarás que continúa siendo cierto, no importa cuál sea tu edad, que cuando sales al mundo:

lo mejor es darse la mano y permanecer juntos.



Robert Fulghum
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martes, 3 de noviembre de 2009