jueves, 15 de octubre de 2009

Comer sin lágrimas

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Podemos buscar tratados eruditos, cargados de razones científicas, que nos ayuden a saber cómo hacer para que un ser humano de corta edad coma. Que coma y además que coma lo que nosotros queremos y en la cantidad que nosotros queremos.

Podemos volver nuestra vista a la vida real y ver. Vemos que aprendemos a comer y vamos desarrollando gustos y nos gustan los sabores cotidianos. Algunas veces estamos de humor y nos apetece tener experiencias nuevas y probamos sabores nuevos.

Podemos observar que ante la comida preparada de igual manera, salida de la misma cacerola... a unos nos parece que está caliente a otros templada y a otros fría. A unos nos parece que está sosa, a otros salada y a otros en su punto. Ya no digamos si además pretendemos analizar si está o no sabrosa...

Podemos hacer una prueba más. Vamos a dejar que otro ser humano nos dé la comida en la boca sin saber qué gustos tenemos y cómo lo queremos tomar: mucho, poco, rápido, lento... Vamos a ponernos en el lugar de una persona de menos de tres años. ¡Qué experiencia!

Podemos seguir analizando y observando cómo nos acercamos a ofrecer la comida a las personas de menos de tres años que están con nosotros.
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Ahora va una observación personal que tiene poco de ciencia y mucho de experiencia. Cuando nos acercamos a una ser humano con calma, le tomamos la mano y le miramos a los ojos con una sonrisa dibujada en nuestro rostro... tenemos muchas probabilidades de que acepte lo que le ofrecemos. En nuestro caso comida. ¿Qué perdemos con probar?. Puede que no dé resultado siempre pero si en muchos casos.

¿Se puede obligar a comer?

Come mal ¿que hago?

Comer en verano

¿Está preparado mi bebé?
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1 comentario:

  1. Para ti. No me veo capaz de publicar un libro pero intentaré dejar escrito algo de lo que me preocupa y espero contar con tu ayuda.

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